Así es como se les llama a las serpientes y culebras en Andalucía: bicha. Cuando yo tenía apenas tres o cuatro años, en el patio de la casa donde vivía, se me apareció una bicha desde detrás de una de las grandes macetas que había por el suelo. Por lo que me contó mi madre, me llevé tal susto que tuvieron que llevarme a una curandera que me dio masajes en la barriga hasta que se me pasó el trauma.
Debió de ser un tratamiento eficaz porque cuando me encontré con esta culebra de escalera al comenzar uno de mis habituales paseos, en vez de salir corriendo me quedé mirando embobado qué hacía: metía la cabeza por un agujero, que aquí aparece bajo su cuello, y sacaba la tierra a bocados. No sé si se estaba haciendo su domicilio o si estaba buscando algún ratoncillo que llevarse a las fauces. El caso es que al final desapareció agujero adentro y por más que esperé ya no salió.