
En este pueblo, que cada vez parece más una ciudad, se celebró anoche la
Màgica Nit de Sant Joan. Grupos de personas, reducidos o numerosos, se reunieron en las plazas para tirar petardos, lanzar cohetes, prender bengalas y hacer las tradicionales
fogueres. El fuego como protagonista de la noche más corta del año.
En esa noche misteriosa, el fuego purificador se encarga de dar la bienvenida al verano. Arden muebles y trastos viejos en las plazas y en las calles más diáfanas. Al amparo de la noche, las brujas y los duendes acuden a este particular aquelarre de renovación. ¿Podéis ver a algunos de ellos danzando sobre las brasas?