
Los fotógrafos estamos algo locos, la verdad. En cuanto vemos un juego de luces, una colección de texturas, una composición de formas, nos lanzamos a disparar ensimismados en la búsqueda de una foto magnífica obtenida de un sujeto de lo más vulgar. Algo así me pasó a mí cuando iba a ducharme: vi mi set de baño como nunca lo había mirado.