Aunque la expresión «cardo borriquero» se ha usado popularmente como sinónimo de la fealdad más extrema, lo cierto es que una vez superado ese prejuicio y observando con detenimiento al Silybum marianum uno es capaz de encontrar la belleza entre sus afiladas púas.
Además, cuando sus bonitas flores se marchitan, sus semillas son muy útiles para nuestro hígado, como es bien sabido gracias a la cultura popular.