Cuando esta monarca pasó volando junto a mí, me conquistó su bonito color naranja y rogué para que no fuera tan esquiva como otras mariposas que había encontrado a lo largo del día. Ella debió percibirlo porque, al rato, se posó relativamente cerca. Me aproximé con sigilo y tomé varias fotos mientras nos tanteábamos. Ella levantaba el vuelo de vez en cuando y volvía a posarse cerca. Al posarse, abría y cerraba sus alas tres o cuatro veces antes de plegarlas. Cuando ya tuve varias imágenes de su perfil decidí intentar hacerle una toma con las alas desplegadas.
Yo acercaba la mano para que levantara el vuelo y esperaba hasta que se posaba. Mientras abría y cerraba sus alas yo intentaba conseguir enfocar, encuadrar y disparar. Volvía a acercar mi mano y vuelta a empezar. Cuando ya dí por concluída la sesión, acerqué mi mano por última vez y, sorpresa, ella siguió posada mientras aceptaba mi contacto. No sé si es que ya estaba agotada o es que realmente hicimos buenas migas pero espero que mi agradecimiento le renovara las energías.