Había una vez una ratita muy maja que se asomaba por la abertura de una tubería:
—Tra lará, larita, yo barro mi casita.
En esto que pasó un bloguero y en cuanto la vio le dijo:
—Ratita, ratita, pero ¡qué rebonita estás! ¿Te puedo hacer unas fotos?
—¿Y por la noche qué harás?— preguntó la ratita.
—Subir tu foto y publicar, subir tu foto y publicar.
—Pues para ti he de posar.
Y colorín, colorado, este cuento ha terminado.