A mediados del siglo XIX, para controlar el contrabando y vigilar la costa, se construyeron los primeros edificios del cuartel de carabineros en la playa de El Prat de Llobregat. Desde este lugar, el cuerpo de carabineros participó en varios salvamentos de barcos y personas a lo largo de su historia. En 2009, la empresa Aguas Ter Llobregat (ATLL) consolidó estas cicatrices históricas, manteniendo su aspecto ruinoso, como compensación territorial por la implantación de la desalinizadora metropolitana. Sus paredes protegen hoy una playa natural cercana, que está cerrada al público, y procuran la tranquilidad necesaria para que varias especies de aves como el chorlitejo patinegro, la gaviota de Audouin o el águila pescadora encuentren aquí alimento y refugio para su reproducción.
