Este joven gorrión debía sentirse tan curioso como yo. Esto me permitió acercarme lo suficiente para que él satisfaciera su curiosidad y yo pudiera tomarle este bonito retrato. Con un toque de flash compensé el contraluz.
Por cierto, ese simpático mostachillo en su jovial faz me recuerda cuando yo iba al "insti" y empezaba a salirme la pelusilla bajo la nariz. ¡Qué tiempos! recuerdo que me reía hasta revolcarme por el suelo; literalmente. Aún me tiro al suelo, cuando retrato libélulas, pero no me río para no espantarlas.